Transgrediendo letras: féminas en movimiento


No es un secreto que la literatura, de cualquier carácter, estuvo siempre y desde el inicio dominada por autores hombres, blancos, europeos, heterosexuales respaldados siempre por el apoyo del mundo académico, también compuesto por el mismo gremio de hombres. En un ambiente con estas características, es innegable que las mujeres quedaban ampliamente relegadas, y no estamos hablando solamente de autoras, sino también de personajes. En esas épocas, los papeles femeninos se limitaban a ser papeles secundarios en la trama, y en caso de ser alguna relevancia, dichas mujeres solían tener un tinte malicia. Así como en todo, se requirió de muchos años y de mucha lucha de carácter feminista (aunque, por esos tiempos no se adjudicara ese concepto a las micro luchas de las mujeres por un espacio) para que, tanto autoras como personajes femeninos pudiesen tener su lugar en la literatura, y un lugar aceptado y respetado, y que, a partir de eso, fueran expandiéndose todas las aristas y conceptos que un personaje femenino puede explotar.

Desde papeles femeninos vistos desde una propia visión femenina, o desde una visión masculina, hablamos de la construcción de mujeres como protagonistas, como eje de tramas, novelas, poemas, canciones y cuentos, pero no con la visión común de la mujer, sino de un planteamiento de ellas fuera del papel pasivo que, en un inicio, se les pudiese otorgar. Entramos a hablar de personajes femeninos con un papel transgresor, que escapan de las visiones comunes.

Es aquí donde introduzco a los dos autores que han despertado en mi persona el interés y la chispa* para plantear este tema.

Por un lado, hablamos de Federico García Lorca y su famoso poema “La casada infiel”. Y por el otro tenemos a la enigmática escritora chilena: Ana María del Río, con su pintoresco e intrigante cuento “En la vereda. Las protagonistas de ambos cuentos son mujeres, en uno de ellos visto desde una visión masculina hablando de la voz del narrador, y en el otro, visto desde la visión de todo un pueblo, hombres y mujeres, y ajustado a su contexto social y a su época.

A partir de estas dos obras en específico, me gustaría presentar un análisis de los personajes, tanto de forma individual como comparativa, de cómo son planteados desde la visión del autor y del narrador de la historia, y dar a entender cómo, aún para las épocas en las cuales fueron creados dichos escritos, pudieron romper con el estereotipo de la mujer pasiva o maliciosa, o pudieron saborear las diversas expresiones que un personaje femenino nos puede presentar.

En “La casada infiel” Federico García Loca nos cuenta, en exquisitos versos, la historia de un hombre que se fue al río a hacer el amor con una mujer, pensando que esta era soltera, cuando resultaba ser una mujer casada. En tan solo tres estrofas, García Lorca nos expone con sutil erotismo y precisa elección de palabras, la admiración del hombre por la mujer en cuestión y por la situación que se desencadena entre ambos.

Hay dos puntos que me gustaría tocar referente a este poema, que se relacionan entre si intensamente.

El tema de la infidelidad de la mujer ha sido tocado más de una vez en la literatura, y, además e históricamente, la mujer infiel siempre ha sido juzgada y duramente castigada, incluso hasta el día de hoy, por el contrario del hombre adúltero.

“El espíritu salaz y adulterino de la mujer provoca que esta no pueda ser saciada sexualmente por su marido () Los relatos dejan las siguientes enseñanzas, la mujer () ejercita cotidianamente – a veces con animalidad – los pecados mortales de la lujuria, la gula y la pereza, en lugar de cuidar su honor y el de su marido () acarrea la deshonra y aún la destrucción integral del hombre.(Cándano Fierro, 2003)[1]

Recordemos la historia de “La letra escarlata” donde la protagonista, Hester Prynne, es acusada de adulterio y termina siendo condenada a llevar una letra “A” de color escarlata en su pecho durante el resto de su vida, a penas como un ejemplo, para demostrar cómo eran vistas y juzgadas las mujeres que eran descubiertas en el adulterio. E incluso, como es que eran ellas las cuales eran las culpadas en caso de ser el hombre quien engañaba a su esposa, al ser ellas las demoniacas mujeres que los tentaban.

Pero García Lorca no nos presenta esta versión de la casada infiel.

Para explicarlo un poco mejor, hay que decir que el hombre del poema pensaba que la mujer en cuestión era soltera, porque ella se lo había dicho, y aun cuando descubre que por el contrario, estaba casada, no hay malicia en sus palabras a la hora de describirla, no hay intención de juicio ni de crucifixión hacia la mujer en cuestión. No la denuncia, ni se dirige a ella con desdén. Porque él sabe lo que es el disfrute con ella, porque ella transgrede. El hombre la respeta y la admira con devoción en cada toque, en cada verso y como va avanzando la noche que ellos disfrutan. El hombre dulcemente mantiene su secreto, incluso apelando a su propia masculinidad para ello. Cito:

No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento,
me hace ser muy comedido
(García Lorca, 1928) [2]

Al final del poema, el hombre admite no haber querido enamorarse de ella, por tener ella marido sin haberle dicho. Más un no quise, no significa un no pude. Pero sería entrar otra historia basada en meras especulaciones.

En el otro costado tenemos “En la vereda” un cuento escrito por Ana María del Río y publicado en 1995, que nos lleva a un pequeño pueblito chileno y nos habla de la Italiana, una particular mujer que posee una paquetería llamada “El Vesubio” y que, dentro de ella recibe a mujeres para aconsejarlas y “copuchar”. En petición de parte de las jovencitas del pueblo, la Italiana enseña a amar a los hombres y los deja suaves y tierno para las mujeres. Al final, los militares llegan al pueblo y asesinan a la Italia. Hago un breve hincapié en el final porque me parece una interesante coincidencia el final de la italiana, junto con el final del autor del primer poema, dado que García Lorca fue fusilado un mes después del golpe de estado que dio pase a la Guerra Civil Española.

Pero, volviendo al tema, me gustaría enfatizar en la construcción del papel del personaje principal. Del tipo “testigo” el narrador del cuento parece dar a entender que es uno de los habitantes del poblado donde había llegado la Italiana. Ella es descrita como una mujer vivaz, alegre, de movimientos sinuosos e increíble presencia, altiva, cantarina y simpática, “dueña de la verdad” como se menciona en el mismo texto, fresca y que gozaba de la vida, o que la vida gozaba de ella. Pero, además de eso, era una mujer de fuerte carácter.

En una parte del cuento, la Italiana recibió en su paquetería a una señora muy nerviosa y con un increíble miedo a tener que enfrentarse a su marido, que vino a buscarlo hecho una furia a “El Vesubio”, y se tuvo que enfrentar con una furiosa e indignada Italiana, que dejó espantado y sorprendida a gran parte del pueblo que se enteró del “cuchicheo”.

“El pueblo se llenó de tierra ardiente. La Italiana gritaba moviendo las manos, que él fuera sabiendo que su mujer no era su sirvienta, ni aunque ella misma creyera que lo era, y que estaba bueno que fuera aprendiendo a prender el fuego de su cocina sólito y que para acercarse a su mujer por lo menos se lavara los pies y que aprendiera a dar las gracias por las camisas lavadas y planchadas, que no eran lo mismo que el sol que sale en las mañanas, invariables, y que fuera teniendo cuidado con los golpes y los gritos, le habló a gritos de los tribunales de Santiago, que protegían en contra de los abusos, y le dio todas las direcciones de Centros de Protección a la señora Piedad, pero ésta no anotó ninguna, temblando como hoja, porque era la primera vez que en su familia se le hablaba así al hombre".
(María Del Río, 1995)[3]

Como se puede leer al final del párrafo citado, la señora Piedad estaba completamente pasmada puesto que era la primera vez que veía a una mujer hablándole así a un hombre. Y no es por menos que recalco este hecho. A continuación de la siguiente cita explicaré por qué.

“Los roles de género son la forma en que las personas actúan, lo que hacen y lo que dicen, para manifestarse como niñas o niños, hombres o mujeres ()Los términos que suelen usarse para describir la feminidad son: dependiente, emocional, pasiva, sensible, tranquila, débil, insinuante, suave, sexualmente sumisa y complaciente.
(Planned Parenthood, 2017)[4]

¿Cómo podríamos hablar de personajes femeninos que transgreden roles de género y estereotipos de feminidad, si no hablamos de aquella que reniega el papel de pasividad y sumisión ante el hombre? La Italiana es un claro ejemplo de esto, narrado con perspicacia, y sin perder el toque la caracteriza durante todo el cuento.

Para dar incluso más énfasis a lo impactante que puede tener, no sólo ese, sino todos los actos de la Italiana, podemos recalcar como en el cuento los hombres del pueblo se reúnen para discutir sobre ella. Recordemos también, que he mencionado que ella enseñaba a los hombres a amar, a sensibilizarse y los dejaba suaves y tiernos.

“Pero los hombres se juntaban apretando sus vasos con la mano y pensando que era necesario que alguien con la cabeza bien puesta solucionara el problema de la mina ésta que hacía girar como trompo a los muchachos y los dejaba convertidos en huevones a la vela, mirando a sus esposas como tontos.
(María del Río, 1995)

Estos papeles o sensaciones que suelen asociarse a lo femenino, y, por ende y obviedad, es ofensivo que un hombre tenga dichas características en su personalidad. La Italiana no sólo ayuda a romper con sus propios estereotipos femeninos, sino también con los masculinos, y así, revoluciona a un pueblo entero.

Ella comienza a ser un personaje incluso dentro del mismo cuento, atendiendo una larga cola de señoritas y señoras, encantando a los hombres y alegrando al pueblo con su carisma y personalidad.

La Italiana no se relaciona sentimentalmente con un hombre durante todo el cuento, tampoco le hace falta, porque ahora dejamos de hablar solamente de acciones o palabras, entramos a algo que puede ser incluso más importante, pero se representa con sutileza. La Italiana tiene su propio negocio, se mantiene sola, es completamente independiente y es feliz así, no la aqueja su soltería y, por como se ve, disfruta bastante de su libertad para realizar un montón de diversas tareas. La Italiana es la Italiana, mujer libre en personalidad, en economía y en decisiones.

Los efectos colaterales de romper cadenas

Ahora, pongamos ambos papeles sobre la mesa. A La Casada Infiel de Federico García Lorca, y a la pícara Italiana de Ana María del Río. Me gustaría recalcar como los respectivos autores describen a ambas mujeres en los cuentos, hay cierto toque de devoción hacia sus papeles de mujer, hacia sus actitudes, cierto y misterioso encanto a la hora de referirse a ellas y expresarse sobre los efectos que tienen sobre los diferentes otros personajes, tanto del cuento como del poema.

Me gustaría recalcar que, de cierto modo, es difícil comprar a dos mujeres siendo que de una se sabe tan poco como se habla la Casada Infiel, de la cual sólo podemos conocer la noche de pasión que nos describe el narrador del poema. Pero podemos hablar de sus efectos. Porque sus acciones terminan no siendo menores. La infiel, por un lado, seduciendo un hombre al punto de hacerlo guardar el silencio de su aventura, liberándose del peso de años de historicidad y literatura en tan sólo un poema. Y por el otro, la Italiana que se revoluciona a si misma, que feminiza espacios, que feminiza a un pueblo entero, que rompe roles de género con pura convicción, con su encanto personal.

Tanto la Italiana como la Casada Infiel, a través de romper sus papeles de mujeres sumisas, causan un efecto en los personajes, y me atrevería a decir que incluso en nosotros los lectores, lo suficiente para dedicar nuestro tiempo a leerlas.

A la mujer le ha costado muchísimo romper estereotipos, incluso hasta el día de hoy, es una lucha constante el tratar de deshacerse de los roles de géneros impuesto sobre nuestras personalidades y nuestras labores. Es por eso que personajes como estos, con esta clase de enfoques, son dignos de ser analizados. Pero no podemos simplemente analizar a los personajes sin conocer el contexto de producción en el que fueron creados o cuales eran las intenciones de sus autores al crearlos. Federico García Lorca y Ana María del Río nos ofrecen, a través de sus obras, papeles con un peso social mucho más grande del que se es adjudicado. ¿No deberíamos ver, acaso, la literatura también como una herramienta social y política, como una generadora de nuevas identidades?

[persona] Que transgrede una ley, norma, pacto o costumbre.
("Transgresor", 2017)[5]

La Italiana y la Casada Infiel son, quizás sin darse cuenta ellas mismas, o tal vez sin darse cuenta sus autores, orgullosas transgresoras. Van más allá de las normas sociales, de las costumbres sociales, de los roles de géneros que se han venido construyendo por años. Van más allá de estereotipos basados en el sexo o al menos, no se interesan por ellos, ellas, como mujeres, son, existen y actúan individualmente. García Lorca y Del Río nos han entregado, para nuestra estimulación intelectual, dos papeles interesante, inteligentes y apasionados, que versan, incluso desde los años en los que fueron escritos, y con sutileza, una ruptura en la sociedad machista en la que nos encontramos viviendo. Y no son sólo ellos, si no que una larga cantidad de autores y una enorme cantidad de personajes rompen con todos estos roles y quizás no lo hemos podido percibir.

Los invito a que, la próxima vez que tome un libro o lean un cuento, se den a la tarea de analizar los personajes femeninos. Quizás te darás cuenta que has encontrado a otra fémina transgresora en movimiento.


[1] Cándano Fierro, G. (2003). La harpía y el cornudo: la mujer en la literatura ejemplar de la Baja Edad Media Española (1st ed., pp. 211, 212). México: Universidad Nacional Autónoma de México.
[2] García Lorca, F. (1928). La casada infiel. In F. García Lorca, Romancero Gitano (1st ed.). España.
[3] María Del Río, A. (1995). En la Vereda. In A. María del Río, Gato por Liebre (1st ed.). Santiago: Caos Eds.
[4] America, P. (2017). El género y la identidad de género en pocas palabras. Planned Parenthood. Retrieved from https://www.plannedparenthood.org/esp/temas-de-salud/orientacion-sexual-y-genero/genero-e-identidad-de-genero
[5] Transgresor. (2017). Oxford Dictionarie. Retrieved from https://es.oxforddictionaries.com/definicion/transgresor




* Dice chispa como si hubiese sido un ensayo escrito con toda la voluntariedad con quien realmente se inspira en base a dos textos, pero detrás de esa palabra se oculta el profundo dolor de verme hasta las cuatro de la mañana obligada y presionada por el palpitante miedo de reprobar el ramo, escribiendo un ensayo que no deseaba escribir para una profesora con la que no disfrutaba criticar. Muerase profe.

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